Para quienes me han seguido durante este año creo que pueden estar de acuerdo conmigo en una cosa que, tal vez, puede servir de lección, enseñanza o moraleja: los deseos no siempre se cumplen y hay que tomarlos como tales, como anhelos, ilusiones, trampas que nos podemos hacer a nosotros mismos.
Tampoco puedo ser injusto con los regalos que me ha traído este año, no, pero si quiero ser objetivo, la verdad, este ha sido un año pésimo. Este es mi sentir y así voy a recordar este 2008, como el año de los conflictos.
Varias cosas han quedado fuera de lo que he querido compartir, tampoco se puede decir todo, pero, más allá de la metafísica aleccionadora, pienso que para el año que viene no puedo desear más que hacer un permanente esfuerzo por cuidar y hacer crecer los lazos afectivos. Lo demás, la prosperidad, el éxito, la concreción de mis sueños lo dejo a la suerte de la olla. Por mi parte abandono el juego del deseo. Queda al arbitrio de los dioses que se cumplan o no mis anhelos.
No se trata de quedar de brazos caídos, tampoco de abandonarse a la suerte. La suerte se busca, pero no siempre se encuentra. Lo que queda siempre es trabajar, día a día, construyendo ese futuro que nunca llega y que, además, no sabemos muy bien cómo es (salvo el inevitable grand finale). Bendita sea la vida y sus avatares, benditas sean las lecciones que nos da.
Tal vez es este el momento de cerrar este espacio, ahora si, no tanto como un abandono como una invitación que hago a cada uno de los que recorren estas palabras: vivan y dejen vivir, amen y dejen amar, abandonen y dejen abandonar. Sueñen, pero sepan que los sueños son solo eso, sueños.
Un cierto sabor amargo se cuela en lo que digo, lo sé. Tal vez ya era hora de sentir ese sabor y poder hablar de él.
Antes de terminar, una frase que me salió en una galleta china de la fortuna: "para encontrarte contigo mismo tienes que viajar lejos". Cuando haga ese viaje volveré a escribirles. Ya les contaré. Por mientras, a mis cuarenta y cuatro años, esperaré el nuevo año haciendo un asado en mi casa, con unos amigos. Va a ser algo diferente, siempre pasé los años nuevos invitado a alguna fiesta o con mi familia, nunca como dueño de casa. Tal vez es una buena manera de volver a comenzar.