sábado, 31 de mayo de 2008

Paciencia

No se puede tener todo lo que uno quiere. Eso está claro. Tampoco se puede vivir sin un mínimo de realizaciones. Eso deberíamos tenerlo claro también. No se puede vivir sin amor. Eso lo cantaba Fito Páez, creo.
Pienso en un alambre eléctrico moviéndose de forma convulsiva en un espacio vacío mientras por fuera de ese espacio un señor de barbas blancas trata de ver qué hacer con ese juguete.
Pienso en el instante en que decidí ser psicólogo y en el instante en que no quise dormir más al lado de mi madre. Pienso en el momento en que me acosté a su lado, sabiendo que se estaba muriendo.
Pienso en mi gatito Bielsa, también en su hermanito, y pienso que fue cierto, que esos animalitos me acompañaron y que fue bueno. Pienso que todo tiene fin, pero que todo siempre está volviendo a comenzar.
¿Cómo vivir con un mínimo de felicidad?, ¿cómo conformarse con poco si a veces anhelamos todo?, ¿cómo soportar el tedio que nos taladra las ganas y nos avisa de los tedios futuros que vendrán?, ¿cómo hacer frente al desamor?
A veces quisiera desaparecer, aunque fuera por un rato, pero a veces soy tan feliz que quisiera que durara para siempre, como ese instante cuando niño, cuando pensé que no quería crecer más, porque era muy feliz.
Hay orgasmos y orgasmos. Algunos son como un torrente trabajado e inevitable, otros son quietos, como un leve contacto entre los dedos, también hay orgasmos con rabia, como los hay de esos buenos, tan buenos que siempre vuelven a nuestro imaginario erótico. A veces no hay orgasmo. A mi que me registren.
A otra cosa: ¿qué hacer con las fotos quemadas, con las uñas cortadas y con los huesos de los pajaritos?, ¿qué hacer con las palabras escritas, con los recuerdos olvidados, con las sonrisas desvanecidas? ¿Qué hacer con el desamor?
Siempre nos repetimos, pero eso no importa, aunque sin dar la lata por favor.

domingo, 18 de mayo de 2008

Tarde de domingo

Días raros estos que me tocan vivir. Por un lado llevo ya más de dos meses viviendo en la casa de mi hermano, cuando iba a estar solo unos quince días. Por otro lado llegó mi Maira a esta casa, para estar conmigo, y cada día que pasa es que como si ella se fuera poniendo más y más extraña para mi vida, más una molestia que un agrado, más un deber que un placer. Está claro que para ella esto no debe ser grato, pero ¿qué culpa tengo yo de que aún no haya llegado la prosperidad a mi vida? Está claro que esto no es para siempre, está claro que ni a ella ni a mi nos gusta estar acá y que preferiríamos estar en nuestra propia casa como siempre ha sido.
Por mientras solo debería quedar adaptarnos a las nuevas circunstancias y tratar de ser felices a como de lugar. Yo, ante el nuevo escenario económico, debo hacer cosas, pensar, ver cómo generar más recursos, pero para que eso sea posible necesito tener una cierta base de tranquilidad, a pesar de todo, porque sin esa base nada claro sale de mi mente.
Por mientras un suceso que me ha traido alegría todo este dia domingo. Antes de almuerzo voy con mi primo a comprar frutas y verduras frescas a la feria. Cuando vamos en camino a la gran feria, decido parar en una pequeña feria que está a la pasada, decido hacerlo porque prefería un lugar más pequeñito que uno tan grande y extenso como al que íbamos. Cuando nos bajamos nos detenemos en una pescadería y de pronto alguien me dice "¿eres Pato?", "¿Pato Araya?", yo miraba a mi interlocutor y lo reconocía en su mirada, sin logarar definir quién era realmente, él parecía conocerme muy bien, y me dice, "mira quién está allá", y miro hacia un puesto y veo a la Paca Giliberto y termino de darme cuenta que se trataba de la Paca y el Gili, a quienes no veía desde mayo de 1993, cuando me vine de España. Hacía quince años que no nos veíamos y hoy día, por una casualidad nos encontrábamos en esa pequeña feria, comprando y diciéndome que ellos estaban de vuelta desde hacía solo dos meses en Chile.
He estado todo el día riéndome con este encuentro, me han dado una alegría inesperada y, no sé por qué, siento que llegan a un momento muy particular en mi vida, en el momento más oportuno. Es cierto que el mundo es un pañuelo, estas casualidades solo me dan un impulso extra y ganas de seguir sonriendo y disfrutando de lo que la vida me entrega.

viernes, 2 de mayo de 2008

Todo tiene fin

Desde la admiración que una vez le tenemos a alguien hasta la flor que está en la cocina, desde el latir de tu corazón hasta el planeta que pisamos, todo tiene fin. También el amor, las ganas, el deseo, el hambre, todo tiene fin. La enemistad también tiene fin, la farándula vacua y el computador sobre el que escribo también tienen fin. Las ganas de seguir en esta casa, ya tuvo fin hace rato (si es que tuvo inicio).
Lo que no tiene fin, qué será?
Los brasileros cantan una canción que dice que la felicidad tiene fin y que en cambio no lo tiene la tristeza. No tiene fin acordarnos una y otra vez de nuestros amores pasados ni de nuestros afectos actuales, ni tampoco tiene fin esa sensación de estar vivos.
No tiene fin la imagen de mi gatito jugando a mil por hora con su pelotita de goma, ni tampoco tiene fin el hastío, ni el amor.
Estas palabras tienen fin, también tienen fin.
Fin, palabra de tres letras, breve, decisoria, separadora de un antes y un después. Fin, también como punta de flecha, apuntando a algo, a un sentido.