domingo, 18 de mayo de 2008

Tarde de domingo

Días raros estos que me tocan vivir. Por un lado llevo ya más de dos meses viviendo en la casa de mi hermano, cuando iba a estar solo unos quince días. Por otro lado llegó mi Maira a esta casa, para estar conmigo, y cada día que pasa es que como si ella se fuera poniendo más y más extraña para mi vida, más una molestia que un agrado, más un deber que un placer. Está claro que para ella esto no debe ser grato, pero ¿qué culpa tengo yo de que aún no haya llegado la prosperidad a mi vida? Está claro que esto no es para siempre, está claro que ni a ella ni a mi nos gusta estar acá y que preferiríamos estar en nuestra propia casa como siempre ha sido.
Por mientras solo debería quedar adaptarnos a las nuevas circunstancias y tratar de ser felices a como de lugar. Yo, ante el nuevo escenario económico, debo hacer cosas, pensar, ver cómo generar más recursos, pero para que eso sea posible necesito tener una cierta base de tranquilidad, a pesar de todo, porque sin esa base nada claro sale de mi mente.
Por mientras un suceso que me ha traido alegría todo este dia domingo. Antes de almuerzo voy con mi primo a comprar frutas y verduras frescas a la feria. Cuando vamos en camino a la gran feria, decido parar en una pequeña feria que está a la pasada, decido hacerlo porque prefería un lugar más pequeñito que uno tan grande y extenso como al que íbamos. Cuando nos bajamos nos detenemos en una pescadería y de pronto alguien me dice "¿eres Pato?", "¿Pato Araya?", yo miraba a mi interlocutor y lo reconocía en su mirada, sin logarar definir quién era realmente, él parecía conocerme muy bien, y me dice, "mira quién está allá", y miro hacia un puesto y veo a la Paca Giliberto y termino de darme cuenta que se trataba de la Paca y el Gili, a quienes no veía desde mayo de 1993, cuando me vine de España. Hacía quince años que no nos veíamos y hoy día, por una casualidad nos encontrábamos en esa pequeña feria, comprando y diciéndome que ellos estaban de vuelta desde hacía solo dos meses en Chile.
He estado todo el día riéndome con este encuentro, me han dado una alegría inesperada y, no sé por qué, siento que llegan a un momento muy particular en mi vida, en el momento más oportuno. Es cierto que el mundo es un pañuelo, estas casualidades solo me dan un impulso extra y ganas de seguir sonriendo y disfrutando de lo que la vida me entrega.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces me pregunto si no seremos parte de la diversión de un demiurgo perverso y aburrido. Cuando está de buen humor por ahí te tira un cable, como ese reencuentro tan improbable en la feria que has intuido como presagio de cosas nuevas. Y si ese pequeño demonio continúa con ánimo relajado a lo mejor la prosperidad vuelve a asomar. Abrazote fuerte mi querido amigo.
Lady Cris

magistrand@ dijo...

Te echo de menos Cristina, parece que solo escribiendo podemos mantener el contacto, ya postearé algo más en este blog... he pensado cambiar la presentación de la página, casa nueva página nueva. Por mientras, de la prosperidad... nada!