Vuelvo sin aviso, un poco como el ave Fénix, sin anunciarme ni nada por el estilo, solo esperando que alguien en un momento se encuentre con esto y que lea algo que lo anime a continuar. Pensaba que había matado este blog pero no, no estaba muerto, estaba en tiempo de reposo, como a veces se pone mi Mac. Si, ahora escribo desde un Mac, nuevamente desde una de estas máquinas estables, estéticas y amistosas en el uso.
Este ha sido un año de sensaciones, todo el 2009, de cosas nuevas, de dinero a manos llenas y de salir de mis deudas por fin. Ha sido un año sin Maira y sin polola, pero con mujeres, de esas de la Biblia. Sin ánimo de nada más que de experimentar, de volver a mis raíces, de gastar, abrirme a la amistad, de desapegarme de muchas cosas. Año de volver a compartir y de volver a estar solo, como ahora, en mi cama, escribiendo tranquilo, mientras acaba de terminar de sonar una alarma en la calle.
Me he reencantado con la guitarra, por fin me compré una guitarra nueva, la última la había comprado en Barcelona en 1986 y ahora, después de muchos años sin tener una guitarra decente tengo una Fender, y me compré una de esas acústicas, como la que quise tener cuando la pedí para esa navidad y en lugar de ella me llegó una guitarra eléctrica (mis papás pensaban que con ese cambio iba a ser más feliz...). Disfruto de tocar, todas las semanas me junto con un nuevo amigo y tocamos, improvisamos. Este año he tocado mucho, me he desarrollado como improvisador, he disfrutado haciendo música como nunca.
Todo ha llegado de manera imprevista, la música, la plata y los amigos, también Maira, que me llamó hace unos días para decirme que viene a pasar la navidad conmigo.
Yo, por mientras, sonrío mientras escribo esto.
Que así sea.