domingo, 22 de julio de 2007

La mujer y los regalos

Esta es mi segunda entrada, ya avisada a algunos y pensada en algunos recuerdos que nacen de mi relación con las mujeres. Antes que nada debo avisar que todos los nombres, hechos y situaciones pueden ser, digamos, embellecidos, por ponerle algún nombre a esta operación. Por otro lado no daré explicaciones ni justificaciones que acrediten veracidad de los hechos. Por último, me permito crear, no solo recrear.

Ese día la estaba esperando. A mis veintitantos años se trataba de mi primera relación, por decirlo así, "seria". Eso significaba, en esos años, que podía llegar a pensar que estaba enamorado. Y tal vez así fue. Además tenía por fin sexo estable. Como les decía, ese día la esperaba, con impaciencia, tratando de ganar tiempo ocupándome de adelantar en mis estudios, leyendo, pero seguramente con mi cabeza puesta más en ella que en la fisiología del sistema nervioso. En el pasillo, fuera, me pareció escuchar algo. Un rato después suena el timbre, recorro el pasillo hacia la puerta y abro. Frente a mi no había nadie y cuando bajo la vista me encuentro con un gran regalo. Ahí dentro estaba ella. Ese fue mi primer regalo mujer. Cuando abro el paquete aparece ella, sonriéndome, saltando sobre mi y besándome. La sorpresa me hace incapaz de poder decir nada, solo puedo besarla también, hacerla entrar al departamento y tomarla apasionadamente, mientras la comida que tenía preparada y todo lo que tenía preparado pasa a segundo plano.
Ese día, después de hacer el amor comimos la comida fría, contentos, agradecidos. Casi no sé cómo podría describir esos momentos, ha pasado tanto tiempo, pero lo que si se es que ella, ella fue mi primer regalo mujer.
Después han llegado otros regalos mujer, por ejemplo un reloj, regalado por otra regalo mujer, el día que volvíamos a vernos, después de varias semanas separados (algo que se hizo costumbre). Reloj que me toma por sorpresa, inesperado regalo, bonito, ¿por qué me regala un reloj?, ¿no le habrá gustado el que llevaba cuando nos conocimos? Es su forma de mostrarme su amor. Ella no me dijo "soy toda tuya", no, pero se lo escucho decir, aunque no salga de su boca. ¿Cuántas veces me han dicho eso?, ¿cuántas veces lo he creído?, ¿cuántas he caido rendido frente al regalo?
El regalo mujer, la mujer y los regalos, cosas que llevo conmigo y tal vez algunas que olvido.
Un día tocan a mi departamento, estaba durmiendo, no sé qué hora es, tal vez es de mañana y debo ir a mi trabajo, estoy desorientado. Cuando pregunto quién es, aparece su voz, es ella, que viene de un carrete, un poco bebida, alegre pero triste porque lo nuestro está terminando. Pero igual toca a mi puerta esa noche, y me da un beso cariñoso cuando le abro la puerta. Solo quería que la amara, no solo esa noche, sino todas.
¿Siempre aceptamos los regalos?, ¿cuáles son los que nos importan?, ¿y por qué nos importan esos regalos y no otros?
Hay regalos esperados, no solo en esas primaveras cuando soñamos que algún día llegará el amor, ella, la polola, la mina, nuestra mina, no, hay días que esperamos, que esperamos con ansia el contacto, el olor, el sudor, la persona. Internet. Si no fuera por Internet no podríamos vivir cosas como esos encuentros donde primero fueron las palabras en la pantalla. Entonces la espera ahí es otra cosa. Siempre estamos "en línea", pero no conocemos a esa persona, no sabemos como se mueve, cómo huele, solo la deseamos, en abstracto, de forma sublime. Después pueden tocar el timbre de tu puerta y estar ahí ella, por fin, después de tanto chateo. Entonces, claro, es como si nos conociéramos, y de hecho es así, bastante así, pero nuestra mente tiene que hacer un ajuste entre la persona imaginada (aunque nos haya hecho llegar sus fotografías) y la persona ahí, frente nuestro. El deseo ya está en juego y cualquier desajuste en nuestra noción de realidad va a ceder, simplemente porque la deseamos, nos deseamos.
No quiero ser injusto, también quiero recordar mi infancia y esos primeros regalos mujer pregenitales, por ejemplo una tarde jugando en la casa de la vecina frente a mi casa, estamos todos, mis hermanos, sus hermanos, haciendo no sé qué, un desorden, un juego, no sé, pero ahí estamos Mariela y yo, acostados en la cama, tal vez jugábamos a la mamá y al papá, pero sentirla ahí, acostada al lado mio, me llena de placer, creo que algo pasa (y algo pasaba), así que le doy un beso, ¿en los labios?, ¿en las mejillas? Ella se limpia la cara y me dice "¡chancho!". Nunca entendí por qué hizo eso, si íbamos tan bien.
Regalos bien recibidos, regalos mal recibidos.
Los antropólogos dicen que todos los regalos se inscriben dentro de una transacción simbólica: dar-recibir-devolver. Esto significa que todo regalo debe ser devuelto, obviamente no con lo mismo -que sería lo mismo que no aceptarlo, recibirlo, por tanto no habría tal regalo-. Ahí me pregunto qué he dado a cambio de todos estos regalos, también me cuestiono si he aceptado cada regalo que me ha llegado. ¿Qué regalos se han quedado sin el destinatario?, ¿cuáles sin retribución?
Tal vez mi gran deuda -si se puede pensar así- con las mujeres es que no he dado un hijo. Dar-recibir-devolver, damos nuestro líquido seminal y a cambio nos devuelven un crío.

Bueno esto de escribir este blog, de verdad me permite aprender algo de mi mismo. Esta es mi entrega, espero sus comentarios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El lado oscuro de un regalo.
Tal vez los regalos sean además, esa impronta que nos queda luego de la partida. Esa petulancia de quien no quiere ser olvidado y se entromete en nuestras vidas aún estando ausente, acaso por propia voluntad. Algunos regalos son sólo eso o se transformaron: yo te olvidé, tú no me olvides.
Un abrzo fuerte, mi querido amigo .

Patricio dijo...

Lady, qué bueno lo que me aportas, haciéndome pensar en esos regalos que quedan ahí como testimonio rabioso de lo que ya no pudo ser, pero también esa vuelta de tuerca: "esto es para que sepas que... ya te olvidé".
Un cariñoso saludo a mi amiga de Buenos Aires.