No se puede tener todo lo que uno quiere. Eso está claro. Tampoco se puede vivir sin un mínimo de realizaciones. Eso deberíamos tenerlo claro también. No se puede vivir sin amor. Eso lo cantaba Fito Páez, creo.
Pienso en un alambre eléctrico moviéndose de forma convulsiva en un espacio vacío mientras por fuera de ese espacio un señor de barbas blancas trata de ver qué hacer con ese juguete.
Pienso en el instante en que decidí ser psicólogo y en el instante en que no quise dormir más al lado de mi madre. Pienso en el momento en que me acosté a su lado, sabiendo que se estaba muriendo.
Pienso en mi gatito Bielsa, también en su hermanito, y pienso que fue cierto, que esos animalitos me acompañaron y que fue bueno. Pienso que todo tiene fin, pero que todo siempre está volviendo a comenzar.
¿Cómo vivir con un mínimo de felicidad?, ¿cómo conformarse con poco si a veces anhelamos todo?, ¿cómo soportar el tedio que nos taladra las ganas y nos avisa de los tedios futuros que vendrán?, ¿cómo hacer frente al desamor?
A veces quisiera desaparecer, aunque fuera por un rato, pero a veces soy tan feliz que quisiera que durara para siempre, como ese instante cuando niño, cuando pensé que no quería crecer más, porque era muy feliz.
Hay orgasmos y orgasmos. Algunos son como un torrente trabajado e inevitable, otros son quietos, como un leve contacto entre los dedos, también hay orgasmos con rabia, como los hay de esos buenos, tan buenos que siempre vuelven a nuestro imaginario erótico. A veces no hay orgasmo. A mi que me registren.
A otra cosa: ¿qué hacer con las fotos quemadas, con las uñas cortadas y con los huesos de los pajaritos?, ¿qué hacer con las palabras escritas, con los recuerdos olvidados, con las sonrisas desvanecidas? ¿Qué hacer con el desamor?
Siempre nos repetimos, pero eso no importa, aunque sin dar la lata por favor.
7 comentarios:
Hasta donde somos capaces de perder por buscar la felicidad?, por salir del estío? Pareciera que somos presos de una idea, esclavos de una forma, tan extraños nos volvemos que nos cuesta reconocerlos.
A veces es mejor seguir, tan ligeros de equipaje, como un viajero que toma el tren de la India y poder descubrir aquello que nos deja quietos, aquello que nos calma. Lo único es vivirlo.
La canción esa la cantaba Andres Calamaro mi estimado Pat.
Y sobre los orgasmos, recuerdo otra canción que dice "no todo orgasmo acaba bien, amor, no todo lo que brilla es oro, no quedó ni el loro en esta habitación, que nunca alquilamos".
No creo que haya que conformarse con poco cuando se quiere el todo...pero ambos sabemos q el todo nunca se alcanza...igualmente, no hay porqué conformarse con poco.
Ya lo decía Galeano...me acerco un paso, ella es aleja un paso, me acerco otro paso, ella se vuelve a alejar. Para que sirve entonces la utopía? Para eso: para caminar.
Un fuerte abrazo trasandino!
Bueno chicos, me habéis dejado sin palabras. Lady Cris
Y siempre queda esa estancia sin forma donde habita el olvido.
Venga...!, vamos...!
Vaya, me gusta esto de sentir que podemos escribir con sangre. La letra con sangre entra?
Que es “lejos” y que “cerca”. A veces lo lejano es lo que anhelamos, otras lo que odiamos y viceversa. Sin ir al vecino país encontrábamos a un tipo algo cargante y con antifaz que cantaba que no se podía vivir sin amor.
A la larga, Cris, se trata de cercano o lejano a nuestro corazón, no crees?
Publicar un comentario